Viajo cualquier día en tren o colectivo o camino por alguna
calle...y salvo que lo tenga agendado, no sé con quién me
encontraré. El pasajero que se sienta a mi lado, o el
transeúnte que camina a mi alrededor son personas
que se cruzan conmigo aleatoriamente. Es decir, no
tengo control, en esos casos, sobre las personas con las que
ese día me cruzaré. Yo he previsto un itinerario de rutina,
pero no los encuentros que tendré durante esos viajes.
Diría que son "encuentros al azar". Y, al menos desde
una perspectiva limitada, efectivamente, lo son.
Pero...¿realmente lo son? Estoy casado con una de esos
encuentros aleatorios, sin que esto signifique, en absoluto,
la existencia de un determinismo que, valga la
redundancia, determine nuestra vida.
Entre tras cosas, porque siempre puedo decidir qué hacer
frente a las situaciones y encuentros que surgen y esa
elección, el buen uso del albedrío, justamente, rompe
el marco del “destino”.
Para profundizar esta idea respecto al tema de
cuán azarosa puede ser nuestra vida,
analicemos un momento la relación entre azar y caos.
Veo al azar y lo comparo al caos, del cual, no obstante caos,
surge el orden. Por ejemplo: un niño tiene una cantidad de
piezas de madera de distintas formas y tamaños
desparramadas sin orden a su alrededor.
El dió vuelta la caja que las contenía y cayeron al
suelo en una especie de caos, o desorden, informe.
Pero al rato conforman una estructura que, obviamente,
no es producto de la casualidad ni del azar. Las piezas
preexistían a la actividad consciente que las ordenó y esa
estructura está formada con esos "elementos" combinados
de una manera determinada. Del caos surgió el orden...
mediante la inteligencia.
¿Tiene importancia alguna la forma en que los elementos
cayeron al suelo de la caja? Cada vez que el niño realiza
ese juego, las piezas se sitúan de una manera diferente.
Sin embargo, según su deseo, se repite o no la misma
construcción. Los elementos eran preexistentes y no se
combinaron aleatoriamente. Tal vez, en su estado original
haya lo que describiríamos como caos, pero no hay azar
en el resultado final.
¿Se puede hablar, además, de azar en el diseño de las
piezas del juego? Es evidente que son el resultado de
otra acción voluntaria que las diseñó para cumplir con un
propósito dado. Cuando el niño se cansa del juego,
desordena las piezas, que regresan a su caja en un
montón de elementos separados, y así del orden surge
el caos. Hasta el próximo juego.
Esto puede parecer demasiado simplista, pero
consistente con esta idea, sabemos que la organización
del universo es la organización de las inteligencias
(DyC 93:29-30) que fueron puestas en distintas esferas
(reinos: DyC 88:36-39). Si todas las cosas "naturales"
son inteligencias de distinto grado (pertenecientes a un
reino mayor o menor) nada de lo organizado, en tanto
actividad inteligente, ha podido quedar librado al azar,
en el mismo sentido que el ejemplo del juego
mencionado antes. En este contexto, el "orden de lo
creado" (organizado) debe responder, además, a un
factor de voluntad de las inteligencias que se han
sometido a dicha disposición de orden, y en el
permanecen. Para profundizar esta idea desde la óptica
adoptada es importante destacar que existe una semejanza,
o modelo implícito, que es replicado en distintos niveles
de existencia. Notemos lo que dice la siguiente escritura:
“y he aquí, todas las cosas tienen su semejanza, y se han
creado y hecho todas las cosas para que den testimonio
de mi; tanto las que son temporales como las que son
espirituales; cosas que hay arriba en los cielos, cosas
ue están sobre la tierra, cosas que están en la tierra
y cosas que están debajo de la tierra, tanto arriba como
abajo; todas testifican de mí”, (P. de G. P. - Moisés 6:63)
Esta declaración menciona que en la complejidad natural
subyace un orden de carácter simple, forzosamente no
reduccionista, que parecería estar representado a toda
escala por la geometria de los fractales. Como es sabido,
la representación gráfica de este tipo de geometría es la
solución de una función matemática, y por lo tanto
parece ser posible preguntarse cuáles podrán ser las
ecuaciones a las que responde la organización de las
inteligencias.
Entonces, ¿dónde queda el azar? Porque en toda
ecuación, que tiene en principio algún tipo de solución,
si el resultado inicial es conocido, la iteración sobre sí
misma no dará resultados aleatorios, y por muy
extravagantes que resulten siempre podrán ser analizados.
Así, del aparente caos surge el orden, no porque haya
azar y caos resultante sino porque hay complejidad a
partir de lo simple.
Entonces, el desarrollo iterativo de la ecuación, cualquiera
sea su planteo, conforma un atractor que subyace y
vuelve a aparecer constantemente a distintos niveles,
alrededor del cual se teje toda la estructura compleja.
La cuestión será plantear cual es el atractor alrededor
del cual se manifiesta la naturaleza, la vida, o el orden
de lo creado. Aquí seria conveniente establecer que
cuando nos referimos al orden natural ya no estamos
tratando con objetos, sino con sujetos, o inteligencias,
no importa su forma, color, tamaño o el lugar que
ocupen en la naturaleza.
Si alguien se siente aburrido, aquí tiene tema para
pensar un buen rato.
calle...y salvo que lo tenga agendado, no sé con quién me
encontraré. El pasajero que se sienta a mi lado, o el
transeúnte que camina a mi alrededor son personas
que se cruzan conmigo aleatoriamente. Es decir, no
tengo control, en esos casos, sobre las personas con las que
ese día me cruzaré. Yo he previsto un itinerario de rutina,
pero no los encuentros que tendré durante esos viajes.
Diría que son "encuentros al azar". Y, al menos desde
una perspectiva limitada, efectivamente, lo son.
Pero...¿realmente lo son? Estoy casado con una de esos
encuentros aleatorios, sin que esto signifique, en absoluto,
la existencia de un determinismo que, valga la
redundancia, determine nuestra vida.
Entre tras cosas, porque siempre puedo decidir qué hacer
frente a las situaciones y encuentros que surgen y esa
elección, el buen uso del albedrío, justamente, rompe
el marco del “destino”.
Para profundizar esta idea respecto al tema de
cuán azarosa puede ser nuestra vida,
analicemos un momento la relación entre azar y caos.
Veo al azar y lo comparo al caos, del cual, no obstante caos,
surge el orden. Por ejemplo: un niño tiene una cantidad de
piezas de madera de distintas formas y tamaños
desparramadas sin orden a su alrededor.
El dió vuelta la caja que las contenía y cayeron al
suelo en una especie de caos, o desorden, informe.
Pero al rato conforman una estructura que, obviamente,
no es producto de la casualidad ni del azar. Las piezas
preexistían a la actividad consciente que las ordenó y esa
estructura está formada con esos "elementos" combinados
de una manera determinada. Del caos surgió el orden...
mediante la inteligencia.
¿Tiene importancia alguna la forma en que los elementos
cayeron al suelo de la caja? Cada vez que el niño realiza
ese juego, las piezas se sitúan de una manera diferente.
Sin embargo, según su deseo, se repite o no la misma
construcción. Los elementos eran preexistentes y no se
combinaron aleatoriamente. Tal vez, en su estado original
haya lo que describiríamos como caos, pero no hay azar
en el resultado final.
¿Se puede hablar, además, de azar en el diseño de las
piezas del juego? Es evidente que son el resultado de
otra acción voluntaria que las diseñó para cumplir con un
propósito dado. Cuando el niño se cansa del juego,
desordena las piezas, que regresan a su caja en un
montón de elementos separados, y así del orden surge
el caos. Hasta el próximo juego.
Esto puede parecer demasiado simplista, pero
consistente con esta idea, sabemos que la organización
del universo es la organización de las inteligencias
(DyC 93:29-30) que fueron puestas en distintas esferas
(reinos: DyC 88:36-39). Si todas las cosas "naturales"
son inteligencias de distinto grado (pertenecientes a un
reino mayor o menor) nada de lo organizado, en tanto
actividad inteligente, ha podido quedar librado al azar,
en el mismo sentido que el ejemplo del juego
mencionado antes. En este contexto, el "orden de lo
creado" (organizado) debe responder, además, a un
factor de voluntad de las inteligencias que se han
sometido a dicha disposición de orden, y en el
permanecen. Para profundizar esta idea desde la óptica
adoptada es importante destacar que existe una semejanza,
o modelo implícito, que es replicado en distintos niveles
de existencia. Notemos lo que dice la siguiente escritura:
“y he aquí, todas las cosas tienen su semejanza, y se han
creado y hecho todas las cosas para que den testimonio
de mi; tanto las que son temporales como las que son
espirituales; cosas que hay arriba en los cielos, cosas
ue están sobre la tierra, cosas que están en la tierra
y cosas que están debajo de la tierra, tanto arriba como
abajo; todas testifican de mí”, (P. de G. P. - Moisés 6:63)
Esta declaración menciona que en la complejidad natural
subyace un orden de carácter simple, forzosamente no
reduccionista, que parecería estar representado a toda
escala por la geometria de los fractales. Como es sabido,
la representación gráfica de este tipo de geometría es la
solución de una función matemática, y por lo tanto
parece ser posible preguntarse cuáles podrán ser las
ecuaciones a las que responde la organización de las
inteligencias.
Entonces, ¿dónde queda el azar? Porque en toda
ecuación, que tiene en principio algún tipo de solución,
si el resultado inicial es conocido, la iteración sobre sí
misma no dará resultados aleatorios, y por muy
extravagantes que resulten siempre podrán ser analizados.
Así, del aparente caos surge el orden, no porque haya
azar y caos resultante sino porque hay complejidad a
partir de lo simple.
Entonces, el desarrollo iterativo de la ecuación, cualquiera
sea su planteo, conforma un atractor que subyace y
vuelve a aparecer constantemente a distintos niveles,
alrededor del cual se teje toda la estructura compleja.
La cuestión será plantear cual es el atractor alrededor
del cual se manifiesta la naturaleza, la vida, o el orden
de lo creado. Aquí seria conveniente establecer que
cuando nos referimos al orden natural ya no estamos
tratando con objetos, sino con sujetos, o inteligencias,
no importa su forma, color, tamaño o el lugar que
ocupen en la naturaleza.
Si alguien se siente aburrido, aquí tiene tema para
pensar un buen rato.
No hay comentarios:
Publicar un comentario