El estudio atento a las enseñanzas del evangelio no solo nos da un panorama respecto a nuestra existencia; también nos abre un abanico de posibilidades que nos conducen a terrenos en los que sus aseveraciones tienen un notable grado de coincidencia con las ciencias físicas.
Veamos un ejemplo: Abraham, hablando de como recibió el sacerdocio dice que "descendió de los padres, desde que comenzó el tiempo, sí aun desde el principio, o sea, antes de la fundación de la tierra hasta el tiempo presente" -Abraham 1:3-.
Por otra parte en el Libro de Mormón leemos "¿...o les ha retenido él el poder del Espíritu Santo? ¿O lo hará mientras dure el tiempo o exista la tierra o haya sobre la faz de ella un hombre a quién salvar? -Moroni 7:36-.
De manera que se declara que el tiempo tuvo un comienzo y tendrá un final. Pero el concepto del comienzo del tiempo coincide con el evento descripto por la astronomía como el Big Bang, siendo entonces el tiempo una consecuencia de la aparición del mundo físico tal como lo conocemos, en el que la mortalidad es otra de sus características.
En este contexto, y en relación a las inteligencias pre-existentes -ver Sobre las Inteligencias, Progreso palabra clave en este blog-, cabe pensar que el evento descripto por la astronomía haya sido un acto programado, y que la singularidad de la que surgió todo fuera un proceso, de conversión de energía en materia, previo al Big Bang mismo. Como ejemplos prácticos de esta acción cito la conversión del agua en vino en las Bodas de Caná, y la multiplicación de los panes y los peces para alimentar a dos multitudes. ¿Demasiado increíble? No tanto. Veamos el motivo.
Más allá de las evidentes distinciones existentes en la realidad observada, es como si todo se asemejara a un escenario virtual de computadora.
Lo que vemos en la pantalla como imágenes diferenciadas no es más que una ilusión ya que es todo lo mismo: instrucciones derivadas de uno o varios programas que generan imágenes, cuyo soporte primero es la energía presente en los circuitos, y sin la cual no existen, y cuyo fundamento está en la mente de la inteligencia que los creó, ya que toda realización se concreta primero en la mente de la persona, donde toma forma en los circuitos neuronales del cerebro. Es una creación virtual, siendo la energía y su manipulación las herramientas.
¿Qué clase de energía?.
Hay un hecho tan obvio que pasa desapercibido: ¿qué diferencia hay entre un cuerpo vivo y otro muerto? Que uno registra actividad eléctrica cerebral y el otro no.
Como somos "almas vivientes", es decir un cuerpo espiritual en un cuerpo temporal -el templo de nuestros espíritus, según las escrituras-, en la muerte se produce su separación, lo que significa que el espíritu se retira, quedando aquí el cuerpo que sirvió de vehículo en la vida terrenal. La idea es que la energía detectada como actividad eléctrica cerebral es extrínseca al órgano; es decir, no le pertenece al cerebro sino al espíritu que lo habita. Y se va con él.
Y ahora, si es válida la idea de que el espíritu es a su vez una dualidad, tal como lo es el "alma", podemos suponer que dicha energía tampoco es propiedad del "cuerpo espiritual" sino de la inteligencia que lo habita. Así que en definitiva, la energía podría ser consecuencia, un producto, de la actividad inteligente. Cuando generamos una imagen "virtual" previa al objeto o idea "real" que plasmamos y que otros pueden compartir, lo que hacemos en "concretar" o convertir la idea en un objeto, un programa o lo que queramos, sirviendo esa creación concreta como medio para nuestros fines.
Después de todo sigue siendo válido el concepto visto sobre las semejanzas -ver Sobre el Azar en este blog- .
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