INTRODUCCIÓNUn mismo sol se levanta cada día en el horizonte de la humanidad iluminando sobre el planeta, como una gran paradoja, mundos distintos. Mundos de pensamiento que conciben, a la vez, una realidad con Dios y una realidad sin El. Lineas paralelas con un mismo origen, explicar la realidad, pero de sentidos opuestos. Muchas veces me pregunté cómo era posible que una misma suma diera resultados opuestos. Dicho de un modo menos simplificado: la educación secular me daba respuestas de conocimiento académico según el cual yo, en ultima instancia, era descendiente de un ser unicelular surgido de un caldo de cultivo en el que la probabilidad y el azar habían producido una cierta combinación físico-química determinante de la aparición de la vida; vida que por otra parte había evolucionado en el tiempo dando origen a especies que habían surgido, desaparecido o sufrido adaptaciones al medio por la selección natural. Al menos, esa era una de las respuestas "correctas" a la hora de tal o cual examen.
Pero, realmente, tenía otro conocimiento intuitivo que no podía negar y que me acompañaba desde niño: la existencia de Dios.
Habiendo nacido en un hogar mixto en el que se respetaban tanto las tradiciones cristianas como judías, crecí en un ambiente sin condicionamientos determinantes, con libertad de pensamiento y acción religiosas que solo estaba condicionada por mi respeto a la deidad.
En aquel momento, ese era un concepto no muy claro, salvo por el hecho que sabía que El estaba allí, donde quiera que fuera ese "allí".
Entonces surgió son fuerza la contradicción: si la Teoría de la Evolución era correcta, ¿dónde quedaban la Creación y Su Creador? Y la teoría del Big Bang planteaba la misma situación. Luego, era obvia la existencia de un error. Alguna de las dos posturas se equivocaba, ¿pero cuál?
He estado analizando el tema durante mucho tiempo y he comprendido que ambas, ciencia y religión, son dos caras de la misma moneda. Siendo así, resulta obvio que las contradicciones solo están en la mente de quienes toman conocimientos fragmentados como absolutos. Ambas van juntas constituyendo distintos aspectos de un mismo Conocimiento que, por otra parte, debe ser integrador ya el hombre es uno.
Sabiendo que Ud. puede no estar de acuerdo con lo que expondré, aún así lo invito a que pensemos juntos; la confrontación es un camino estéril porque todas las ideas son necesarias para el bien común, si se fundan en el estudio y la meditación seria.
Más allá de la diversidad de culturas, la humanidad también es una sola. Las divisiones solo están en nuestra mente y en la falta de respeto al prójimo. Cada mente, cada pensamiento capaz de expresarse, es un nodo inestimable en la trama del conocimiento porque creo que la Verdad está en el solapamiento de las ideas y no en su divergencia.
Este es un trabajo cuyo objetivo es analizar nuestra vida desde el punto de vista de la fe cristiana y de la obtención del conocimiento "tanto por el estudio como por la fe".
En la Biblia se afirma "¿Qué es lo que fue? Lo mismo que será. ¿Qué es lo que ha sido hecho? Lo mismo que se hará. Y nada nuevo hay debajo del sol" -Eclesiastés 1:9-. Aplicando esta idea a la búsqueda de conocimiento, resulta que todo el que el hombre ha obtenido y obtendrá no es en absoluto novedoso y, como mínimo existe desde antes que este mundo fuese organizado o, tal vez, desde que el universo fuera organizado. Desde ese punto de vista, el hombre solo ha redescubierto los principios, formulaciones y mecanismos preexistentes a todo lo que somos y a lo que nos rodea.
Las fuentes de información son los libros llamados La Biblia, el Libro de Mormón, Doctrina y Convenios y la Perla de Gran Precio, libros canónicos de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.
PROGRESO, palabra clave
Las escrituras declaran que "también el hombre fue en el principio con Dios. La inteligencia, o sea, la luz de verdad, no fue creada ni hecha, ni tampoco lo puede ser" -D. y C. 93:29-.
Aquí se menciona al hombre como sinónimo de "inteligencia" y se dice que tiene existencia previa a todo lo creado, u organizado, o dicho de otra manera, que debe trascender el tiempo. Si la "inteligencia" no fue creada ni hecha, entonces es eterna; es "sin principio de días ni fin de años" -Moisés 1:3-. El término "inteligencia" es también usado como sinónimo de "luz de verdad". Tomando en cuenta que la verdad es definida como "el conocimiento de las cosas como eran, como son y como han de ser" -D. y C. 93:24-, entonces se está aludiendo a un conocimiento que, como la inteligencia, debe ser preexistente.
Otra cosa que nos indican las escrituras es que donde hay orden se manifiestan la voluntad y la determinación, cualidades de la inteligencia.
Por otra parte, queda implícito que donde hay inteligencia hay organización. Una organización para llevar adelante un plan con un objetivo definido: progreso.
Evidentemente debe haber existido algún motivo de peso que dio como resultado la necesidad de organizar primero una creación espiritual y luego otra temporal.
Sobre el particular, se indica que "...el hombre es espíritu. Los elementos son eternos; y espíritu y elemento, inseparablemente unidos, reciben una plenitud de gozo" -D. y C. 93:33-. Para que la referida plenitud se concrete, debe estar en relación a factores tales como "estudio", "conocimiento" y "sabiduría": "...sí, buscad palabras de sabiduría en los mejores libros; buscad conocimiento tanto por el estudio como por la fe" -D. y C. 88:118-.
Cada uno de esos factores desencadena el siguiente en forma natural. El estudio aporta conocimiento y este, bien empleado, da sabiduría. No es casual que este proceso de por resultado el progreso de quien se somete a el.
Este concepto implica, además, tanto valores éticos y morales como intelectuales, y cuando no están presentes la ignorancia ocupa su lugar. La historia es bien clara al mostrar que imperios enteros han desaparecido como consecuencia de la ausencia de estos valores que muchos consideran "poco modernos", o caducos.
¿Porqué la vida y la muerte de las sociedades van de la mano de la existencia o no del progreso? Porque ese elemento está en la raíz misma de nuestra esencia y nuestro origen.
Analicemos un poco este tema. La Biblia declara sobre Jesucristo lo siguiente: "...siendo a la verdad muerto en la carne pero vivificado en el espíritu; en el cual también fue y predicó a los espíritus encarcelados, los que en otro tiempo desobedecieron..." -1º Pedro 3:18:20-.
Otro pasaje informa que luego "se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de los santos que habían dormido se levantaron; y saliendo de sus sepulcros, después de la resurrección de él, vinieron a la santa ciudad y se parecieron a muchos" -Mateo 27:52, 53-.
También en su testimonio el profeta José Smith, informa de la visita de personas que habían vivido siglos antes - Jose Smith, Historia-.
Aunque para algunos estos hechos sean locura y para otros configuren tan solo una posibilidad dudosa, ambas posiciones de incredulidad no invalidan la realidad porque "claramente les es manifestado lo que existió desde el principio y no reciben la luz" D. y C. 93:31-.
Este existir después de la muerte lleva a pensar en la vida temporal sobre el planeta como una etapa, más que como un todo.
Tal idea es corroborada por las escrituras, que indican que el hombre vivió en otro plano de existencia antes de su nacimiento en la carne, ya que "vino, pues, palabra de Jehová a mí, diciendo: antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué, te dí por profeta a las naciones" -Jeremías 1:5-.
También en el Libro de Mormón dice que "esta es la manera conforme a la cual fueron ordenados, habiendo sido llamados y preparados desde la fundación del mundo de acuerdo con la presciencia de Dios..." -Alma 13:3-.
En el mismo contexto se menciona a todo lo creado, no solo al hombre, porque "por el poder de mi espíritu los he creado; todas las cosas tanto espirituales como temporales, primero espirituales, en seguida temporales, que es el principio de mi obra; y además primero temporales y en seguida espirituales, que es el fin de mi obra" -D. y C. 29:31, 32-.
Aquí la palabra "temporal" se refiere a todo lo perecedero y es una referencia concreta a esta vida, que en sus extremos está flanqueada por planos de existencia distintos, aunque no menos reales.
De manera que nuestra raíz no está inserta en el planeta. Cada nueva vida que nace recibe un cuerpo que es de este mundo, formado por los elementos de este lugar, pero el espíritu que lo habita es un recién llegado. Esta dualidad cuerpo-espíritu es definida de la siguiente manera: "y el espíritu y el cuerpo son el alma del hombre" -D. y C. 88:15-.
¿DE DONDE VENIMOS?
Para profundizar esta idea es importante destacar que existe una semejanza, o modelo implícito, que es replicado en distintos niveles de existencia. Notemos lo que dice la siguiente escritura: "y he aquí, todas las cosas tienen su semejanza, y se han creado y hecho todas las cosas para que den testimonio de mi; tanto las cosas que son temporales como las que son espirituales; cosas que hay arriba en los cielos, cosas que están sobre la tierra, cosas que están en la tierra y cosas que están debajo de la tierra, tanto arriba como abajo; todas testifican de mí" -Moisés 6:63-.
En este contexto, recordando que la "inteligencia", al no haber sido creada ni hecha, era anterior a todo lo creado y, con relación a los espíritus, que todas las cosas fueron creadas primero espiritualmente, cabe preguntarse ¿si un espíritu es algo creado, qué es un espíritu?
Siguiendo el modelo o "semejanza" presente en la creación, u organización del mundo, en la cual, como se vio, la reunión de un espíritu con un cuerpo temporal, o mortal, constituye el alma del hombre, o alma viviente, entonces un espíritu representaría otra dualidad: la reunión de una inteligencia y un cuerpo material de distintas características al que aquí habitamos, porque "no hay tal cosa como materia inmaterial. Todo espíritu es materia, pero mas refinada y pura y solo los ojos más puros pueden discernirla. No la podemos ver, pero cuando nuestros cuerpos sean purificados, veremos que todo es materia" D. y C. 131:7, 8-.
De modo que si como inteligencias tuvimos una existencia que trasciende la organización del planeta, entonces la noción de progreso existe en este mundo como consecuencia de nuestra inserción en él. Nuestro cuerpo mortal viene a ser como un tabernáculo que nos contiene, tal como un guante contiene la mano que lo porta, según se expresa: "los elementos son el tabernáculo de Dios, a saber, templos" -D. y C. 88:35-.
Este hecho es corroborado por Jesucristo mismo, cuando en respuesta a los doctores de la ley les dice "destruid este templo y en tres días lo levantaré" -Juan 2:19 y siguientes-. Y así fue, ya que cuando su cuerpo, es decir su templo, fue destruido, el lo restauró al tercer día.
Luego, el cuerpo humano mortal alberga una inteligencia que se vale de él, mediante el cual se relaciona con el medio que lo rodea.
Así, el espíritu es extrínseco al cuerpo que habita y existe independientemente de aquel.
Queda claro, entonces, que la inteligencia no es el resultado de un mecanismo electroquímico dentro de un órgano.
Nuestro cuerpo es mortal porque fue concebido para que siendo falible pudiera ser afectado por el medio. Conociendo que hay una oposición en todas las cosas, y pudiendo experimentarla, podríamos forjar la fuerza del carácter y así obtener un progreso que, como cuerpos espirituales, y por las características de esa pre-existencia, nos estaba vedado.
Entonces, al fin de esta etapa, el cúmulo de conocimientos y experiencias ganadas no se pierde, sino que trascienden con nosotros la frontera de este plano vital. Ese es, realmente, nuestro único equipaje del cual se dice que "cualquier principio de inteligencia que logremos en este mundo se levantará con nosotros en la resurrección" -D. y C. 130:18-.
¿ES EL HOMBRE LA ÚNICA INTELIGENCIA PRE-EXISTENTE?
"Estos son los orígenes de la tierra cuando fueron creados, el día que Jehová Dios hizo los cielos y la tierra, y toda hierba del campo antes que naciese" -Génesis 2:4, 5-.
Este pasaje dice con claridad que ciertas cosas ya existían antes de su aparición en el mundo. Resalta entonces el hecho de que al haber sido creadas todas las cosas espiritualmente antes de su aparición en el mundo, todos los seres, dentro de sus géneros respectivos, son también almas vivientes.
"Y de la tierra yo, Dios el Señor, hice crecer físicamente todo árbol que es agradable a la vista del hombre; y el hombre podía verlos y también se tornaron en almas vivientes, Porque eran espirituales el día en que los creé; pues permanecen en la esfera que yo, Dios, los creé, sí, todas las cosas las preparé para el uso del hombre" -Moisés 3:9-.
Son, además, inteligencias de distinto grado: "hay dos espíritus, y uno es más inteligente que otro, habrá otro más inteligente que ellos" -Abraham 3:19-.
Como nosotros mismos, tienen existencia en el orden al cual pertenecen: "Toda verdad es independiente para obrar por sí misma en aquella esfera en que Dios la ha colocado, así como toda inteligencia. De otra manera no hay existencia" -D. y C. 93:30-.
Todas las almas vivientes en sus respectivos ordenes, poseen un cuerpo adecuado a sus necesidades y diseñado para cubrir sus propias espectativas en la esfera en que tienen existencia, y con el cual están capacitados para cumplir "la medida de su creación", es decir, cumplir con la ley dada a cada orden, aplicándose a todos lo siguiente: "y demás, de cierto os digo, que lo que la ley gobierna también preserva, y por ella es perfeccionado y santificado. A todos los reinos se ha dado una ley; y hay muchos reinos; pues no hay espacio en el cual no haya reino; ni hay reino en el cual no haya espacio, bien sea un reino mayor o menor. Y a cada reino se ha dado una ley y para cada ley también hay cierto límites y condiciones. Todos los seres que no se sujetan a esas condiciones no son justificados" D. y C. 88:34, 36 al 39-.
FINALMENTE...
Lo expuesto no es más que haber horadado superficialmente la "cáscara" de un conocimiento fantástico, en el que una vez más, la realidad supera a la ficción. Si estas ideas sirven para abrir las ventanas del pensamiento hacia el interés por el estudio comparado de la ciencia espiritual y de la ciencia temporal, habrá cumplido parte del objetivo.